Parece mentira como en ciertas oportunidades, problemas que parecerían no tener solución son resueltos de la manera más sencilla y por cerebros por los cuales uno no apostaría una mísera moneda. Ahí está, sin ir más lejos el tema de la nocturnidad. Desde hace más de una década se discute, se hacen mesas redondas y se sancionan decretos para tratar de conciliar el derecho de unos a divertirse y el de otros a descansar tranquilos, todo sin el más mínimo resultado, y resulta que ahora desde Arrecifes y por obra de un simple funcionario bolinaguista aparece la solución.
El milagro, porque es justo calificarlo de tal, fue posible merced a la inspiración del actual Inspector General de la Comuna, René Ricci, quien vino a descubrir que el problema de la nocturnidad no obedece al excesivo consumo de bebidas alcohólicas, ni a la apabullante publicidad que alienta esa práctica, ni por la actitud de muchos padres que miran para otro lado o directamente no miran. No señor, la verdadera culpa del descontrol en la noche la tiene… el pancho.
En efecto, es ese perverso alimento, el detestable e imperialista hot dog yanqui quien está corrompiendo a nuestra juventud. Fiel a esa idea Ricci valiéndose de una norma de dudosa constitucionalidad y nulo sentido común llamado Código de Nocturnidad, ha implantado un virtual “toque de queda” contra el pancho por lo cual los comercios dedicados a la venta de dicho producto deben cerrar varias horas antes que el resto de los centros nocturnos, ya que según el astuto funcionario eso evita la concentración de los jóvenes y las consiguientes peleas.
Lo peor del caso es que la dudosa la norma no se aplica con la misma vara ya que como lo denuncia uno de los comercios afectados, mientras a ellos les hacen cumplir estrictamente el “toque de queda” a otros negocios similares no, como sucede también con los lugares nocturnos en los cuales los “amigos” siguen hasta que las velas ardan y “los otros”” tienen un patrullero en la puerta una hora antes del horario de cierre estipulado.
El milagro, porque es justo calificarlo de tal, fue posible merced a la inspiración del actual Inspector General de la Comuna, René Ricci, quien vino a descubrir que el problema de la nocturnidad no obedece al excesivo consumo de bebidas alcohólicas, ni a la apabullante publicidad que alienta esa práctica, ni por la actitud de muchos padres que miran para otro lado o directamente no miran. No señor, la verdadera culpa del descontrol en la noche la tiene… el pancho.
En efecto, es ese perverso alimento, el detestable e imperialista hot dog yanqui quien está corrompiendo a nuestra juventud. Fiel a esa idea Ricci valiéndose de una norma de dudosa constitucionalidad y nulo sentido común llamado Código de Nocturnidad, ha implantado un virtual “toque de queda” contra el pancho por lo cual los comercios dedicados a la venta de dicho producto deben cerrar varias horas antes que el resto de los centros nocturnos, ya que según el astuto funcionario eso evita la concentración de los jóvenes y las consiguientes peleas.
Lo peor del caso es que la dudosa la norma no se aplica con la misma vara ya que como lo denuncia uno de los comercios afectados, mientras a ellos les hacen cumplir estrictamente el “toque de queda” a otros negocios similares no, como sucede también con los lugares nocturnos en los cuales los “amigos” siguen hasta que las velas ardan y “los otros”” tienen un patrullero en la puerta una hora antes del horario de cierre estipulado.
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