La Oficina de Obras Públicas de la Municipalidad debe recibir la visita de algún duende maligno que le aconseja a sus responsables encarar obras que no solo son un disparate sino también una perdida de dinero que terminan pagando todos los vecinos. Tal es el caso de Bolina Beach, ese remedo de playa copiado vaya a saber de que lugar turístico que algún genio local hizo construir en la margen derecha del río. Para ello ¡cuándo no! se desforestó la zona talando los magníficos árboles allí existentes, yendo a parar parte de la tierra removida al lecho del arroyo contiguo. Luego se volcaron cientos o miles de metros cúbicos de arena que supuestamente iban a ser contenidos por una empalizada de troncos. Pero al responsable de la obra se le olvidó un pequeño detalle: que la hicieron en una época de bajante inusual del río, por lo cual bastaron unas lluvias más o menos intensas para que las aguas reclamaran lo suyo, llevándose a la rastra la arena y los troncos que la iban a retener, y que ahora -cual jangada- deben haber llegado al Atlántico, vía río Paraná. Pero a no desesperar, seguro que la construyen de nuevo, total pagan los giles.
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