miércoles, 14 de enero de 2009

La última careta


Durante los primeros tiempos de su mandato, Néstor Kirchner logó enroscarle la víbora a quienes profesan (profesamos) ideas que se enmarcan dentro de ese espacio que genéricamente se denomina la izquierda o el progresismo, y la verdad es que muchos entraron con pata y todo. Es que -no hay que discutirle méritos-, las caretas que utilizó el jerarca sureño para disfrazar sus verdaderas intenciones fueron muy efectivas. El único consuelo que quizá queda es que gente mucha más avispada en materia política también mordió el anzuelo (algunos lo sigue haciendo), mientras otros simulan creerse el cuento para no perder las prebendas que ello trae aparejado.
La remoción de gran parte de la Corte Suprema, el descabezamiento de la cúpula militar, diversas acciones en el campo de los derechos humanos o su aparente postura de firmeza ante el Fondo Monetario Internacional fueron algunas de esas caretas con las cuales Kirchner y señora sacaron patente de “progresistas”, máscaras que han ido cayendo a lo largo de estos años mostrando al verdadero y peligrosísimo personaje real que se ocultaba detrás de ellas.
Después de ver a De la Rúa vapuleado en el programa del miserable de Tinelli, tener un Presidente que reivindicara su investidura de tal parecía un logro digno de celebrar, pero a la larga esa máscara de la necesaria autoridad cayó dejando ver el rostro de un intolerante, incapaz de aceptar cuestionamientos, e incluso dispuesto a calificar de traidor a quien incurra en el pecado de pensar de otra manera. Esa misma investidura presidencial queda ahora desacreditada al aparecer Kirchner como el verdadero dueño del poder y su consorte presidencial como una simple marioneta.
La remoción de aquella impresentable Corte Suprema pretendía mostrar a un estadista respetuoso de la Justicia, pero la maquiavélica modificación del Concejo de la Magistratura mostró tiempo después la verdadera intención de tener -como el menemismo- una Justicia adicta que preserve al matrimonio imperial y los integrantes de su banda de rendir cuentas por sus delitos. El éxito de la jugada sin embargo no ha sido completo: varios de los inobjetables miembros que hoy tiene la Corte les han hecho saber que no son empleados de la Casa Rosada.
Otra de las vistosas caretas del kirchnerismo fue la de defensor de la soberanía nacional y los intereses del país ante los organismos financieros internacionales, según lo proclamaron durante todo el proceso de canje de deuda. Está demás decir que hoy debemos mucho más que entonces, se le pagaron en efectivo casi diez mil millones de dólares al FMI y, de no ser por el estallido de la actual crisis, ya se le habría pagado al Club de Paris y a los que habían quedado fuera del citado canje de deuda.
Y ahora ha caído la última, tal vez la más preciada de esas caretas: la de defensor de los derechos humanos, hipocresía puesta en evidencia durante las internas (es un decir) del Justicialismo bonaerense, cuando por una mezquina especulación política el Gobierno -vía el impresentable Diputado Carlos Kunkel- apoyó en San Miguel a Aldo Rico, el matón uniformado que en 1987 se levantó en armas contra la Constitución atrasando en veinte años todo el proceso de juzgamiento y condena de los genocidas de la dictadura militar. “Para hacer ladrillos hace falta bosta” dijo al respecto el filósofo Luis D’Elia. Más claro...
Salvo las honrosas excepciones de Miguel Bonasso y Victoria Donda (diputada, hija de desaparecidos) que ya han expresado su alejamiento del kirchnerismo como repudio a este pacto con Rico, la actitud de las organizaciones de derechos humanos no pasó de algún rezongo menor, tal vez temerosos de perder los subsidios que bajan desde el poder. Imaginamos que desde “Pagina 12” Eduardo Aliberti y Horacio Verbistsky habrán hecho gala de su pedantería y sus recursos dialécticos para justificar también a su actual patrón.
Haberle mentido a la gente en otros temas es grave, pero haberlo hecho en ese campo demuestra la ruindad de Kirchner, pero también su habilidad para dejar en el olvido ante la opinión pública que fue en sus años de seudo perseguido político en Santa Cruz y a la sombra de los militares que comenzó a amasar la fortuna que hoy ostenta.

No hay comentarios: