Quienes ayer despotricaban desde una banca exigiendo atención de excelencia en el Hospital, hoy limitan prestaciones con un mezquino criterio de caja.
Distintos hechos ocurridos recientemente en el Hospital Municipal obligan a pensar con preocupación en el rumbo hacia el cual lo lleva la administración Bolinaga de la mano de la odontóloga Silvia Farías. Algunos de esos hechos son, por ejemplo, el rechazo de una persona accidentada en la Ruta 51, las más que frecuentes derivaciones hacia otros hospitales, la escasez de medicamentos (suero, especialmente), sumado a la caprichosa y anticonstitucional medida de no permitir que en los consultorios externos se atienda a pacientes con obra social o prepaga, actitudes que lindan peligrosamente con el abandono de persona.
Las supuestas justificaciones para ese accionar fueron, en el caso de la negativa a atender pacientes mutualizados, que el hospital no puede cobrar los bonos respectivos porque corresponden al médico. Ese argumento carece en absoluto de sentido: los médicos del Hospital son EMPLEADOS del Municipio -aún cuando esa relación se rija por las normas de la Carrera Médico Hospitalaria- y por eso cobran un sueldo, no debiendo recibir adicional alguno por sus servicios salvo lo que establece algún convenio puntual con el IOMA.
Las distintas medidas puestas en práctica parecen demostrar que han sido tomadas con un claro criterio de caja: achicar la compra de medicamentos, reducir la atención de pacientes, incluso abandonando el carácter de servicio que tiene la Salud Pública y a contramano del derecho que garantiza la Constitución de la Provincia, uno de cuyos firmantes fue…Daniel Bolinaga.
Obviamente, manejar un Hospital que efectúe, digamos, 5.000 atenciones mensuales es mucho más fácil que otro donde esa cifra se duplica o triplica. Cabe eso sí preguntarse porqué durante su gestión como concejal la doctora Farías no aconsejó esos recortes que hoy pone en práctica, ya que por el contrario exigía atención irrestricta y de calidad (como debe ser, por otra parte), ardiendo en santa furia ante cualquier trasgresión.
LA CRUZ Y LA ESPADA
De formación católica y vínculos “espitiruales” (sino familiares) con la actividad militar, la doctora Farías de Boo parece pensar que el modelo castrense debe imperar en el país todo, visión que ya aplicó en el Concejo y ahora con más razón en el Hospital, creyendo tal vez con toda buena fe que el mismo debe funcionar como un cuartel. De ahí los “sermones”, los continuos llamados de atención por una cofia torcida o cualquier otro detalle nimio, gestos muy propios de alguien que se obsesiona por el orden y la disciplina.
Siempre en relación a la Directora del Hospital y sin que signifique desmedro para ella o su profesión, cabe preguntarse si un Hospital de la importancia del de Arrecifes no debiera tener a su frente a un médico, ya que el mero afán disciplinario y administrativo no pueden reemplazar el conocimiento de un profesional de esa ciencia. Por otra parte, para algo Arrecifes está adherida a la Carrera Médico Hospitalaria, que establece la modalidad de los concursos para cubrir los diferentes cargos.
Coto de caza para unos, plataforma de lanzamiento para la carrera política de más de un inescrupuloso que llegó a la función pública criticando sus falencias (magnificadas muchas veces con la ayuda de cierta prensa), el Hospital Santa Francisca -y quienes de él necesitan- sigue esperando que se lo maneje con la profesionalidad y la solidaridad que corresponde a un centro de salud púbica y no con el hueco y arrogante autoritarismo con el que los milicos manejan sus cuarteles.
Distintos hechos ocurridos recientemente en el Hospital Municipal obligan a pensar con preocupación en el rumbo hacia el cual lo lleva la administración Bolinaga de la mano de la odontóloga Silvia Farías. Algunos de esos hechos son, por ejemplo, el rechazo de una persona accidentada en la Ruta 51, las más que frecuentes derivaciones hacia otros hospitales, la escasez de medicamentos (suero, especialmente), sumado a la caprichosa y anticonstitucional medida de no permitir que en los consultorios externos se atienda a pacientes con obra social o prepaga, actitudes que lindan peligrosamente con el abandono de persona.
Las supuestas justificaciones para ese accionar fueron, en el caso de la negativa a atender pacientes mutualizados, que el hospital no puede cobrar los bonos respectivos porque corresponden al médico. Ese argumento carece en absoluto de sentido: los médicos del Hospital son EMPLEADOS del Municipio -aún cuando esa relación se rija por las normas de la Carrera Médico Hospitalaria- y por eso cobran un sueldo, no debiendo recibir adicional alguno por sus servicios salvo lo que establece algún convenio puntual con el IOMA.
Las distintas medidas puestas en práctica parecen demostrar que han sido tomadas con un claro criterio de caja: achicar la compra de medicamentos, reducir la atención de pacientes, incluso abandonando el carácter de servicio que tiene la Salud Pública y a contramano del derecho que garantiza la Constitución de la Provincia, uno de cuyos firmantes fue…Daniel Bolinaga.
Obviamente, manejar un Hospital que efectúe, digamos, 5.000 atenciones mensuales es mucho más fácil que otro donde esa cifra se duplica o triplica. Cabe eso sí preguntarse porqué durante su gestión como concejal la doctora Farías no aconsejó esos recortes que hoy pone en práctica, ya que por el contrario exigía atención irrestricta y de calidad (como debe ser, por otra parte), ardiendo en santa furia ante cualquier trasgresión.
LA CRUZ Y LA ESPADA
De formación católica y vínculos “espitiruales” (sino familiares) con la actividad militar, la doctora Farías de Boo parece pensar que el modelo castrense debe imperar en el país todo, visión que ya aplicó en el Concejo y ahora con más razón en el Hospital, creyendo tal vez con toda buena fe que el mismo debe funcionar como un cuartel. De ahí los “sermones”, los continuos llamados de atención por una cofia torcida o cualquier otro detalle nimio, gestos muy propios de alguien que se obsesiona por el orden y la disciplina.
Siempre en relación a la Directora del Hospital y sin que signifique desmedro para ella o su profesión, cabe preguntarse si un Hospital de la importancia del de Arrecifes no debiera tener a su frente a un médico, ya que el mero afán disciplinario y administrativo no pueden reemplazar el conocimiento de un profesional de esa ciencia. Por otra parte, para algo Arrecifes está adherida a la Carrera Médico Hospitalaria, que establece la modalidad de los concursos para cubrir los diferentes cargos.
Coto de caza para unos, plataforma de lanzamiento para la carrera política de más de un inescrupuloso que llegó a la función pública criticando sus falencias (magnificadas muchas veces con la ayuda de cierta prensa), el Hospital Santa Francisca -y quienes de él necesitan- sigue esperando que se lo maneje con la profesionalidad y la solidaridad que corresponde a un centro de salud púbica y no con el hueco y arrogante autoritarismo con el que los milicos manejan sus cuarteles.
El Derecho a la Salud
“La Provincia garantizará a todos sus habitantes el acceso a la salud en los aspectos preventivos, asistenciales y terapéuticos; sostiene el hospital público y gratuito en general, con funciones de asistencia sanitaria, investigación y formación; promueve la educación para la salud; la rehabilitación y la reinserción de las personas tóxico-dependientes. El medicamento por su condición de bien social integra el derecho a la salud (...)”.
(Artículo 36, inciso 8 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires)
“La Provincia garantizará a todos sus habitantes el acceso a la salud en los aspectos preventivos, asistenciales y terapéuticos; sostiene el hospital público y gratuito en general, con funciones de asistencia sanitaria, investigación y formación; promueve la educación para la salud; la rehabilitación y la reinserción de las personas tóxico-dependientes. El medicamento por su condición de bien social integra el derecho a la salud (...)”.
(Artículo 36, inciso 8 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires)
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